Vivir* - Mario Benedetti







Lo nuestro fue tan fugaz que una estrella pasó  y pidió un deseo
La frase de la imagen es ilustrativa
NO pertenece a Mario Benedetti



1. Color del mundo

Gracias a los sentimientos tomamos conciencia de que no somos otros, si no nosotros mismos. Los sentimientos nos otorgan nombre, y con ese nombre somos lo que somos.

2. El miedo
Andamos por el mundo con el miedo a cuestas como si fuera un pudor obligatorio o en su defecto una variante del fracaso. Por las dudas, una buena fórmula contra el miedo la que dejó escrita el bueno de Pessoa: "Espera lo mejor y prepárate para lo peor"

3. Escépticos y optimistas
Los escépticos no echan de menos las ausencias. Los optimistas aprenden del ayer y no lo borran. Los escépticos van y vienen sin nada. Y lo que es peor sin nadie. Los optimistas hacen un nudo con las certidumbres y llenan su bolsillo de poesía.

4.Vaivenes
Cada existencia tiene sus vaivenes, es decir sus pormenores.

8. Utopías
Lo imposible es una burla de los dioses. Todos venimos al mundo con la obsesión de un imposible y cuando tomamos conciencia de que el imposible es eso: un imposible, ya es tarde para refugiarnos en la sensatez. Todos queremos lo que no se puede, somos fanáticos de lo prohibido. Algunos lo llaman utopía, pero la utopía es más seductora. No tiene puertas cerradas como lo imposible. No nos desprecia como lo prohibido. Lo prohibido es casi siempre un desafío que nos derrota.

9. Sobre sencillez
Todo mandante se afana en no ser sencillo. La dificultad es su muro de contención, su bastión, su blindaje. En la sencillez, los hombres y mujeres se amparan, se comprenden, se alivian. Cómo no tener en cuenta que la muerte es la cumbre de la sencillez.

10. Pérdidas
El pasado es una colección de silencios. Lo perdido tuvo color, pero ahora es incoloro. Lo perdido es también un par o dos de labios que probaron el sabor de los mios, y que ahora tan solo pueden besar mi memoria. Todo se va borrando, todo pasa a ser sombra y vacío.

13. Ecos y ecos
Los ecos nos siguen o más bien nos persiguen, pero su compañía, aunque sea clamorosa, nos sirve de poco. Con ellos vamos un poco desolados, porque ansiamos verdades y no reflejos, hechos y no desechos. Nada podemos reclamarles porque son presencias fantasmales, espejos de lo que oyeron y ya no está, parodias de la muerte. Yo dejo que suenen y resuenen. Allá ellos. Yo prefiero entenderme con mis voces.

15. Sobre suicidas
Quienes venimos a este mundo somos irremediables suicidas, pero no todos de la misma calaña. El suicida inevitable es el que se sabe condenado a morir, ya sea de un infarto, un cáncer o un accidente en carretera. El suicida vocacional, en cambio, es el que se pega un tiro en la cabeza.

18. Picazones y rascacielo
Sé de una muchacha que es un cielo y al parecer le pica el alma. Quiero ser rascacielo.

19. Vértigos
Cuando atraviesa nuestra soledad, el vértigo se lleva la melancolía, pero nos deja más vacíos, más carentes, aunque eso si, más estables y serenos. No obstante, cuando se nos mete clandestinamente en el sueño nuestras pesadillas buscan como locas la salvación al despertarse.

21. Alertas
En este mundo nuestro, todos vivimos en estado de alerta. La alarma se ha convertido en un estilo de vida, y a veces es una antesala de la muerte.

23. Transparencias
Todo lo que es opaco fue antes transparente: el odio, la lascivia, la pasión, el fanatismo, la gula. Cada opacidad carga con su fantasma, vale decir, con su transparencia. Los pensamientos pueden ser opacos, pero los sentimientos casi siempre son diáfanos.

La transparencia no siempre es una ventaja. Hay rostros tan transparentes que ni el espejo puede opacarlos. También las religiones, cuando son transparentes, revelan que sus dioses son opacos. El llanto es transparente, pero ahí están los párpados para hacerlo opaco. Aunque nadie lo dice, entre lo opaco y lo transparente, suele aparecer una valla sutil, llamada ser humano.

25. De palabra en palabra
El pensamiento avanza de palabra en palabra. Paso a paso, sílaba a sílaba, el idioma pasa a ser una revelación. Gracias al idioma, sobrevivimos. El lenguaje es una bolsa de ideas, una metafísica que no tiene reglas, una propuesta que cada día es distinta.

Mario Benedetti - Vivir adrede.
*Fragmentos de los capítulos del libro.

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