Muerte.
Algo sí que es real,
si es que acaso hay
algo real en el mundo:
¡No!
Uno no muere
en el mismo sitio
donde su corazón
desesperadamente
anhela estar vivo.
Uno muere con el agua
a la altura de la frente
ahogando sueños azules.
Uno no muere de a poquitos.
Se muere con el alma.
Se muere tomando una mano.
¡Se muere con ganas!
Si no mejor seguís viviendo.
Y si a la larga pasa
que la muerte te esquiva,
volvé al mismo sitio
donde pudiste sentir
tu corazón correr
como caballo desbocado
hacia las puertas del sexo,
como el niño que voló lejos
en los brazos del viento
a buscar pasados ínfimos
desperdigados en el cielo.
Uno no muere donde ama.
Uno odia donde muere.
Porque el amor es vida
y el odio es muerte.
Y ambos
Vida y muerte
amor y odio
son la misma cosa
pero en otra dimensión.