Que caigan los más grandes



El llanto sin lágrimas
de quien ha llorado años,
los daños en la piel
de las ánimas sin miel
la zozobra de una lluvia
corriendo en diciembre
mientras los revolucionarios de ciudad
mandan a que se siembren
sus discursos huecos en Bagdad.

Los discursos intelectuales
sin un ápice de corazón
mientras los polos lloran glaciares

y el sacerdote da su bendición
por debajo de su túnica
dando como condición única
que el niño se arrodille,
pero no para la oración...

Un fa discorde en tono de sol
el alcohol que ahoga el celo,
un cielo que se baña en sangre
y una tierra que se baña en Monsanto
mientras tanto mueren de hambre
las etnias primigenias en la selva
sin que vuelvan sus pies a tocar su tierra.

Ver como el tiempo disuelve
el ruido de las bombas de Alepo
y yo no quepo en mi tristeza
al ver cómo el inmigrante no vuelve,
ni vivo ni muerto importa a su alteza
y mueren en un mar con más basura que mar.

Yo no canto en ningún altar
pues ningún dios está al tanto
del llorar y crujir de dientes
del pueblo que muere amando
a quien los abandonó en altamar.

Yo canto a la gente
que escucha mis lenguajes
que cargan en sus carruajes
el bagaje que los represente

Porque hoy estamos en guerra
con los dueños del tiempo
quienes adoctrinan nuestra mente

Y el mundo presente
corea seguro y lento:

¡Que caigan los más grandes!

José Quirós

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