La máquina - Eduardo Galeano










… Lo invadió el pánico de la traición. Este cuerpo que ya no es mío, ¿me traicionará? ¿Traicionará a mi gente? No sabía cuánto tiempo había pasado y quiso recordar los últimos interrogatorios, pero la memoria se le había inundado de duda y cerrazón. Sintió la obligación de matarse, porque el nacimiento y la muerte no tienen importancia y lo que importa es lo que está en el medio y él no podía permitir que en el medio estuviera la traición. Matarse. Morirme, terminarme. Fin del infierno, fin del cielo, principio de nada. Matarme. Ofrecerme. El piso de cemento como un altar de piedra y la sangre yéndose a borbotones por la vena abierta y el placer de pensar: ‘los jodí’. Yo tendré fin, pero el tiempo no. Yo tendré fin, pero el espacio no. La pelea no. La suerte está echada, pero echada por mí.

Pensó en el hijo como despidiéndose.

Todavía no sabía que ellos no lo iban a dejar elegir. Todavía no le habían reventado el hígado, al cabo de varias semanas de no poder arrancarle ni una sola palabra de la boca. Todavía no lo habían arrojado muerto al monte, cerquita de un pueblo cualquiera.

Y no sabía, y nunca supo, que en alguna parte había una carta para él. La carta decía.

Hemos preguntado por todas partes y nadie sabe dar cuenta de tu paradero.

En los cuarteles se ríen de mí cuando pregunto. Ellos dicen que te habrás ido con otra, pero yo sé que te han metido preso de nuevo porque vino un amigo tuyo que sabe y me lo dijo. Me pregunto dónde andarás. Los sufrimientos que andarás pasando ya me los imagino. Puede ser que esta carta llegue y puede ser que no, pero lo mismo la voy a llevar a ver qué pasa.

Dice el Yuyo que te manda un chicle globero porque vos sabés hacer buenos globos, globos grandes, que vuelan, y así te metés adentro del globo y te escapás. Dice que cuando vuelvas le traigas un paraguas y un helado. Hoy se levantó muy temprano para pedirle que vuelvas al lucero del alba.

El Yuyo es una máquina de hacer preguntas. Me tiene loca con las preguntas. ¿Cuándo empezará todo de nuevo? ¿Cuándo empezará todo otra vez, del año 1 en adelante? ¿Cuántos segundos demora en pasar un siglo?

A veces me dice que está deseando nacer y está deseando crecer, pero a veces me dice que quiere volverse a meter en mi barriga.

Camina mucho solo, anda por ahí, sin darse con nadie. A cuanto tipo de uniforme ve por la calle, aunque sea un portero de hotel, le pregunta: ¿Cuándo me vas a devolver a mi papá? Dice que los va a fulminar a todos con su rayo ultra-seven y les patea los tobillos y sale corriendo.

Yo también te extraño mucho. Olvidate de todas las cosas feas que te tengo dichas y las veces que yo no te entendía. Solamente quiero que vuelvas. Quiero que estemos juntos por un rato aunque sea y quiero decirte que sos lo mejor que me ha pasado en la vida.

Nunca te gustó que yo te hablara así y cambiabas de tema o te agarrabas una rabieta y además siempre había otras cosas de qué hablar, como ser, las maldades del gobierno o lo caro que está todo y no hay plata que alcance.

Ahora yo no sé si vas a poder leer esta carta, pero igual siento como una necesidad de decirte que yo contigo he sido más feliz de lo que en los libros dice que se puede. Perdóname si tantas veces me anduve quejando por bobadas.

Un día me dijiste que yo tenía cara de mujer a la que siempre se vuelve y yo te espero ahora o cuando sea y donde sea y como sea. Quiero que sepas.



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