La que nunca se fue...
permaneció aquí…
siempre;
de un rincón de una humilde casa,
hizo lujosa una alcoba;
los paseos por las calles,
de su mano,
fueron fastuosos viajes;
la frugal comida,
suculentos manjares.
Así son las historias
de aquellos que se aman
y que en su amor hacen,
de esta vida
una maravillosa aventura
sin fin.
Mujer, te debo todo,
eres de Dios
la más grande bendición;
en mi frío sepulcro
habrá de leerse:
“Yace aquí un hombre
que amó tanto a la mujer
que siempre estuvo con él”.