La consulta que no debía hacerse...


En este tiempo loco donde el calentamiento global tiene confundidas hasta a las estaciones, en el patio de la vieja casona de la calle Erausquin, las glicinas todavía esperaban que el otoño comience a bañar sus hojas, mientras tanto todavía servían de cobijo para que el sol de la tarde permita tomar mate a su reparo.
Allí estaban, la abuela y su hija que —cebadura tras cebadura— se iban poniendo al tanto de todas las novedades familiares. Más atrás, en una reposera, estaba el abuelo inmerso en el libro sobre la historia del deporte uruguayense que el profesor Orlando Busielo le regalara a este pueblo.
Diez metros más cerca de la casa y debajo de la galería, una pareja de jóvenes se concentraba en el estudio y repetía definiciones, además de intercambiar opiniones sobre conceptos y razonamientos que deducían de sus libros de texto.
Nada escapaba a las miradas de madre e hija con respecto a la pareja.
-¿Qué te parece Andrea? preguntaba la abuela
-Además de preciosa es un encanto, respondía su hija
-¿Crees que puede haber algo entre ellos?
-No dudo de que Eduardo está totalmente enamorado. Tal vez por primera vez… pero es muy tímido ¿viste?
-¿No te parece que nosotras deberíamos tratar de ayudarlo? Sobre todo, si la gurisa vale la pena.
-Claro que vale la pena, además es de muy buena familia…
-Ahhh… ya me veo eligiendo el vestido de casamiento…
-Ni una palabra más… manos a la obra…
El sol comenzaba a esconderse cuando ambos jóvenes comenzaron a guardar sus libros y apuntes.
Después se acercaron a los mayores y Andrea —atenta y cordial— se despidió con un beso a cada uno.
Cuando Eduardo volvió de despedir a su compañera de estudio, su madre lo llamó.
Él caminaba hacia ellas, cuando —con más detalle— le ordenaron “traete una silla que tenemos que conversar con vos”. Tarea que cumplió como si hubiera sido una orden militar.
La que comenzó fue su abuela:
-Eduardito, mi querido te voy a hacer una pregunta que quiero que me respondas con total y absoluta sinceridad…
-Si abuela, diga…
-¿Estás enamorado de Andrea?
-Discúlpeme, pero ese es un asunto solo mío, respondió mientras su rostro se ponía total y absolutamente rojo de vergüenza y pudor.
-Hijo, la abuela te pregunta por una razón muy sencilla… te queremos ayudar…apuntalo su madre
-¿Ayudar en qué? Respondió
-En que sepas como moverte para ganarte el corazón de Andrea…
-¿Y cómo pueden hacer tal cosa?
-Muy fácil, contándote como pensamos las mujeres, lo que nos gusta y lo que no… en fin en algo que solo nosotras con todo el amor que te tenemos podemos hacerte saber.
El muchacho quedó callado, y ellas comenzaron a recitar sus consejos que se sumaron como una catarata incontenible:
-Mirá Eduardito lo que nosotras buscamos son algunas características en los hombres que son muy puntuales, muy especiales que tenés que cumplir al pie de la letra… atacó la abuela
-Si mi querido, todas buscamos a quien queremos para toda la vida y queremos que sea alguien especial… agregó su madre
-Eduardo, tenés que ser amigo, compañero, amante... dijo su abuela… pero también hacerla sentir en familia, por lo que jamás dejes de ser hermano y padre, completó.
-Nunca creas que ella sabe todo y –en ese aspecto- cuando no sepa algo, con dulzura y cariño econvertirte en maestro y educador.
-Tu mujer debe admirarte, por lo que todo lo que debe ser resuelto en la casa, vos lo tenés que hacer, esto es desde ser cocinero a carpintero, mecánico, electricista, plomero…
- Las mujeres somos muy especiales y necesitamos confidentes y quien nos interprete y aconseje, por lo que serás también psicólogo, psiquiatra y terapeuta.
-Nosotras somos creativas, improvisamos, por eso necesitamos alguien que sea organizado, tolerante, prudente, madrugador y cumplidor.
-Todas somos madres por naturaleza y por eso necesitamos un buen padre, tierno, comprensivo, cariñoso…
-No te olvides que también requerimos contención y protección, así que jamás dejes de ser audaz, valiente y decidido…
-Otra de las cuestiones que nos hace muy bien es tener al lado a un compañero con orgullo, por eso no dejes nunca de ser simpático, atlético, atento, inteligente, imaginativo, creativo, dulce, ambicioso, confiable y respetuoso; pero hay otras cosas que nos dan vergüenza: ni se te ocurra ser mirón…
-Todo esto no solo tiene que ver con nosotras, sino también con el resto de las mujeres. A veces nos encanta hacerlas rabiar.
-Tené en cuenta también que hay cosas que parecen una contradicción, pero que deberás comprender y respetar, por ejemplo: No ser celoso, pero tampoco desinteresado…
- Tenés que llevarte bien con la familia, pero no dedicarles más tiempo que a ella…
-Tenés que darle su espacio, pero mostrarte preocupado por donde estuvo…
-Ah… finalmente jamás debes olvidar las fechas de: cumpleaños, aniversario, de novios, de boda, graduación, santo y menstruación
Aturdido por semejando avalancha, el muchacho no supo que decir, parecía que se le había caído encima toda la cadena montañosa de los Andes…
Desconcertado, no tuvo mejor idea que mirar a su abuelo que parecía no haber escuchado nada y estaba todavía dando vueltas en el circuito del Salvia, en alguna carrera de Fórmula Entrerriana allá por el año 1977; pero aun así le preguntó.
- Y Ud. abuelo ¿Qué me dice?
El anciano, bajo su libro y también su mirada. Se quedó pensativo algunos instantes, luego levanto la cabeza, miro a su nieto a los ojos y le dijo:
- Mire m’hijo, Ud. puede convertirse en el boludo que dicen su madre y su abuela, pero nada le garantiza que la fulana no se fugue con el primer hijodeunagranputa-bohemio-infiel-borracho-y-vividor que encuentre a la vuelta de la esquina.

Rodolfo Oscar Negri

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