Celos
Como mil dardos agudos
Los demonios de los celos
Sacian su sed de crueldad
En mi corazón deshecho.
Me duele tanto la vida
Que más quisiera estar muerto,
Con el alma sin dolor
Adormecida en el tiempo
En la serena actitud
Del que es dueño del misterio.
Esta duda que me postra
Cual un trágico veneno
Me hace despertar llorando
Y el fantasma de mis nervios
Excita sin compasión
Los latidos de mi pecho
Que ruge desesperado
De rabia, dolor y celos
Y vuelve a caer inerme
En los brazos del silencio.
Entonces, tímidamente,
Mi alma musita un rezo
Y me traen sus palabras,
Como un milagro, el consuelo
De tu voz, vívidamente
Reflejada en el recuerdo:
“¡Vida mía, ya no sufras,
Ya no llores, nada es cierto!
¿Cómo pudiste dudar
De mí, que tanto te quiero?”
Y empiezan sobre la duda
A privar mis sentimientos
Y al volverme hacia tus labios
Que me reciben sonriendo
Me van embriagando el alma
Tus pupilas de misterio
-Que son el único amparo
Para mis noches sin sueño-
Y ya no sé de dolores
Ni de rabia, ni de celos
Tan sólo sé … que me quieres…
Tan solo sé… que te quiero…
Sacian su sed de crueldad
En mi corazón deshecho.
Me duele tanto la vida
Que más quisiera estar muerto,
Con el alma sin dolor
Adormecida en el tiempo
En la serena actitud
Del que es dueño del misterio.
Esta duda que me postra
Cual un trágico veneno
Me hace despertar llorando
Y el fantasma de mis nervios
Excita sin compasión
Los latidos de mi pecho
De rabia, dolor y celos
Y vuelve a caer inerme
En los brazos del silencio.
Entonces, tímidamente,
Mi alma musita un rezo
Y me traen sus palabras,
Como un milagro, el consuelo
De tu voz, vívidamente
Reflejada en el recuerdo:
“¡Vida mía, ya no sufras,
Ya no llores, nada es cierto!
¿Cómo pudiste dudar
De mí, que tanto te quiero?”
Y empiezan sobre la duda
A privar mis sentimientos
Y al volverme hacia tus labios
Que me reciben sonriendo
Me van embriagando el alma
Tus pupilas de misterio
-Que son el único amparo
Para mis noches sin sueño-
Y ya no sé de dolores
Ni de rabia, ni de celos
Tan sólo sé … que me quieres…
Tan solo sé… que te quiero…
Gerardo Molina